viernes, 26 de abril de 2019

La República en Guerra


Os pongo varios fragmentos de un artículo de ElPrural.com firmado por Victor Arrogante. Este artículo nos muestra como la guerra fue comiéndose poco a poco a la república hasta su final y las propias tensiones dentro de los propios republicanos

Miguel de Unamuno, que contribuyó al restablecimiento de la República, cuando apenas habían transcurrido seis meses de su proclamación, manifestó a un amigo: "Me pregunta usted que cómo va la República. La República, o res-pública, si he de ser fiel a mi pensamiento, tengo que decirle que no va: se nos va. Esa es la verdad". Y así fue. El advenimiento de la Segunda República coincidió con una etapa de crisis económica internacional de 1929 y de crisis de los sistemas democráticos; en Europa existía un predominio de dictaduras, que hará más difícil el desarrollo de reformas en España.

La última etapa viene marcada por el triunfo de la coalición de izquierdas del Frente Popular, en las elecciones generales de 1936, y que solo pudo gobernar en paz durante cinco meses. En la tarde del 17 de julio, se conocía que en el Protectorado de Marruecos se había iniciado una sublevación militar. Al día siguiente la sublevación se extendió a la península y las organizaciones obreras (CNT y UGT) reclamaron "armas para el pueblo", a lo que el gobierno de Casares Quiroga se negó, teniendo que dimitir por ello.

El nuevo Gobierno presidido por Martínez Barrio, líder de Unión Republicana, incluyó en su gabinete a políticos moderados, dispuestos a llegar a algún tipo de acuerdo con los sublevados que no resultó. Emilio Mola se negó a cualquier tipo de transacción, lo que provocó la caída del Gobierno. Azaña nombró el mismo domingo 19 de julio a José Giral, que formó un gobierno únicamente integrado por republicanos de izquierda, con el apoyo explícito de los socialistas. Giral tomó la decisión de entregar armas a las organizaciones obreras. Se inició una revolución social para defender la República.

Tras el golpe de Estado fascista, el Frente Popular controlaba el 72% del territorio, que albergaba una población de 15,2 millones, sobre un total de 24,2 millones. Contaba con el aparato completo de la Administración; disponía de todas las reservas de oro del Banco de España. El Frente Popular podía contar con casi toda la industria militar y civil, industria química, las minas de carbón y de hierro, industria metalúrgica, los altos hornos, la mayoría de los cultivos de regadío, con la mitad de la producción de cereales y ganadería. Bajo su control, quedaron las fábricas de armas de Toledo, Murcia, Trubia, Reinosa, Eibar y Plasencia. Dependía del Gobierno, algo más del 50% de los soldados; el 81% de los aviones disponibles, y casi toda la armada. Con todos estos recursos, el Frente Popular perdió la guerra, por diferentes factores claves.

Muy favorable resultó la unidad política y del mando militar del ejército de Franco −nombrado a finales de septiembre de 1936 jefe del Estado, título que ostentó y mantuvo hasta su muerte en 1975−. Franco unificó en un solo partido los movimientos carlistas y falangistas. En general los recursos externos fueron favorables al ejército de Franco. Los franquistas contaron con la neutralidad de Inglaterra y EEUU. Inglaterra identificó al bando republicano como revolucionario y de alto riesgo de dictadora comunista si ganaban.

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Tras la dimisión de Giral, el presidente de la república Manuel Azaña encargó la formación de un "gobierno de coalición" a Francisco Largo Caballero, líder socialista de UGT. Largo Caballero, que asumió también el ministerio de Guerra, dio entrada en el gabinete al mayor número posible de representaciones de los partidos y sindicatos. La formación no se completó hasta dos meses después, con la integración de cuatro ministros de la CNT, entre ellos la primera mujer ministra en España, Federica Montseny. Las tropas sublevadas ya estaban a las afueras de Madrid.

El nuevo gobierno de Largo Caballero, autoproclamado "gobierno de la victoria", dio prioridad a la guerra. El programa político que puso en marcha, tuvo como principal medida, la creación de un nuevo ejército y la unificación de la dirección de la guerra. Los dirigentes sindicales de UGT y CNT, al aceptar e impulsar el programa, "estuvieron de acuerdo en que la implantación del comunismo libertario, a que aspiraba la CNT, o de la sociedad socialista, que pretendía la UGT, debía esperar al triunfo militar".

El siguiente nuevo gobierno que formó el socialista Juan Negrín en mayo de 1937 respondió al modelo de las coaliciones de Frente Popular. Según Santos Juliá (Un siglo de España, 1999), detrás de este gobierno estaba Azaña, que pretendía "un gobierno capaz de defenderse en el interior y de no perder la guerra en el exterior. Con Prieto a cargo de un Ministerio de Defensa unificado, sería posible defenderse; con Negrín en la presidencia, se podían abrigar esperanzas de no perder la guerra en el exterior.

Poco antes de que finalizara la batalla del Ebro se produjo un hecho determinante para la derrota de la República. El 29 de septiembre de 1938 se firmaban los Acuerdos de Múnich entre Gran Bretaña y Francia, por un lado, y Alemania e Italia, por otro, que cerraba toda posibilidad de intervención de las potencias democráticas a favor de la República. De nada sirvió que Negrín anunciara ante la Sociedad de Naciones, la retirada unilateral de los combatientes extranjeros que luchaban en la España republicana. El 15 de noviembre de 1938, las Brigadas Internacionales desfilaban como despedida por la avenida Diagonal de Barcelona.

La última operación militar de la guerra fue la campaña de Cataluña, que acabó en un nuevo desastre para la República. El 26 de enero de 1939 las tropas de Franco entraban en Barcelona. El 1 de febrero de 1939, en la sesión del Congreso en el castillo de Figueras, Negrín redujo los 13 puntos que asentaban las bases para una futura convivencia entre todos los españoles, a las tres garantías que presentaría a las potencias democráticas como condiciones de paz: independencia de España, que el pueblo español señalara cuál habría de ser su régimen y su destino y que cesara toda persecución y represalia en nombre de una labor patriótica de reconciliación. Juan Negrín, marca con palabras lapidarias el final de la contienda: "La paz negociada, siempre; la rendición sin condiciones para que fusilen a medio millón de españoles, nunca".

El coronel Segismundo Casado, jefe de los ejércitos del centro, consideraba que no era posible continuar la resistencia debido a la gran desmoralización de las tropas y la escasez de armamento. Pretende deponer al gobierno Negrín y sustituirle por otro que negocie el fin de la guerra con Franco, poner fin a la contienda sin derramamiento de sangre. No lo consiguió. Había mantenido contactos con la red de espías franquistas y con la Quinta Columna de Madrid; con el apoyo del socialista Julián Besteiro, Wenceslao Carrillo, Cipriano Mera, y el general José Miaja. El golpe traidor, provocó un duro enfrentamiento entre republicanos, entre los que apoyaban la negociación de paz con Franco y los que pretendían resistir hasta el final e intentar que la guerra de España, enlazase con el comienzo de la que se cernía sobre Europa. En una semana, se produjeron más de 20.000 víctimas.

El Consejo Nacional de Defensa, presidido por el general Miaja se hace con el control de Madrid, tras duros enfrentamiento entre las tropas republicanas e inicia las diligencias con el Gobierno de Burgos con el objetivo de acordar la paz. Franco no aceptó ninguna de las concesiones que le habían prometido a Casado si daba el golpe. Había fracasado.

Manuel Azaña en La velada en Benicarló, enumeraba, por orden de importancia, a los enemigos de la República: "la política franco-inglesa; la intervención armada de Italia y Alemania; los desmanes, la indisciplina y los fines subalternos que han menoscabado la reputación de la República y la autoridad del Gobierno"; por último señalaba a las fuerzas propias de los rebeldes. "La situación de España no tiene remedio. Allí no queda nada: ni Estado, ni riqueza, ni comercio, ni industria, ni hábitos de trabajo, ni posibilidad de encontrarlo, ni respeto que no sea impuesto por el terror. Dos millones de españoles menos, entre muertos, emigrados y presos. Solamente en Madrid hay ciento cincuenta mil presos". Todo fue una conspiración.

El 26 de marzo, Madrid es tomado por las tropas franquistas. El Ejercito Popular republicano ya no opuso resistencia. En el 1 de abril, la guerra y la República habían terminado, dando paso a la dictadura y la represión.

lunes, 22 de abril de 2019

La idea de la Reconquista es “falsa” y “manipulada”


La estupidez de coger ciertos pasajes de la historia o ciertos personajes y presentarlos como lo mejor desde el descubrimiento de la rueda ya lo vivieron hace décadas nuestros abuelos, sí, era durante la dictadura de Francisco Franco que contaban la gloriosa historia de España pensando que la gente era idiota...y puede ser que fuera más fácil tragársela, pero hoy en día la cosa está más complicada para estos temas. Aún así, tenemos un partido (o alguno más diría yo) que se tira al monte (y nunca mejor dicho) y pretende hacernos creer las bondades de ciertas historias. 

¿Pensarán que todos somos ignorantes o con unos cuantos miles es suficiente?, esa es la duda. Salgamos de ella.

Os presento uno de los mitos patrios: Pelayo y la batalla de Covadonga (de la cual ya hablamos en su momento). Aquí un fragmento de un artículo al respecto:

Covadonga y la idea de "reconquistar" España. Fue en esta parroquia asturiana donde en el año 722 el ejército astur de don Pelayo venció al de Al Andalus, según figura en las crónicas de Alfonso III, un triunfo que se considera el inicio de la Reconquista o “recuperación del territorio hispano que invadieron los musulmanes en 711 y que terminó con la toma de Granada en 1492”. O al menos ese es el significado que se ha dado a este término desde que Modesto Lafuente lo usó a mediados del siglo XIX en su Historia General de España, más de 300 años después de que concluyera la gesta —en una ciudad fundada por los musulmanes—, y que solo recogió el Diccionario de la Real Academia Española a partir de 1936. Según coinciden los historiadores, nadie mencionó el concepto de “reconquista” durante la Edad Media.

“La idea de reconquista siempre ha sido profundamente ideológica, definiéndose como una lucha de liberación nacional de los españoles por recuperar su territorio”, explica Alejandro García Sanjuán, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Huelva y autor de La conquista islámica de la península Ibérica y la tergiversación del pasado (Marcial Pons Historia, 2013). Según Sanjuán, el concepto de “reconquista”, transmite la idea de que España es “una gran nación forjada en la lucha contra el islam”. “Se trata de una visión del pasado totalmente falsa y anacrónica. España no existe como nación en la Edad Media y la conquista de Granada en 1492 no supone la unificación de España, sino la unión dinástica entre Castilla y Aragón”, argumenta en un correo electrónico. “Si hubiese sido realmente una reconquista, se habría reinstaurado el reino visigodo de Toledo”, añade.

Sanjuán admite que hubo “un proyecto de conquista de Al Andalus por parte de los reinos cristianos peninsulares”, pero considera que denominar a ese proyecto “Reconquista” resulta erróneo. “Se reduce a los musulmanes de Al Andalus a la condición de meros okupas de un territorio que no les pertenecía y que, por lo tanto, debía serles arrebatado. Esta visión es totalmente falsa. El conocimiento histórico no se elabora repartiendo certificados de legitimidad o ilegitimidad. Basta con hablar de conquista”, continúa el historiador, un tema sobre el que profundiza en el artículo La Reconquista, un concepto tendencioso y simplificador, publicado el pasado septiembre en la revista Al-Andalus y la Historia.

“Vox va en Historia deficientemente mal”, afirma José Luis Corral, profesor de Historia Medieval en la Universidad de Zaragoza y escritor de novela histórica. “Para empezar, la batalla de Covadonga nunca existió, es un invento que hace la corte de Alfonso III, unos 150 años después”, asegura el historiador en una entrevista telefónica. Según argumenta, no aparece citada en “ninguna de las grandes crónicas contemporáneas”. Tampoco en las crónicas árabes. “Fue la manera de Alfonso III de justificar que era el heredero del reino visigodo”, explica Corral. De acuerdo con su investigación, la manera en la que batalla está narrada es una copia de los libros Jueces y Macabeos de la Biblia, según ya expuso en una conferencia celebrada en 2017 y que creó cierta polémica.

Pero, si hubiese habido una reconquista, “un concepto que siguen utilizando muchos historiadores académicos”, protesta García Sanjuán, ¿qué se reconquistó? Es la misma pregunta que se hace José Álvarez Junco, catedrático emérito de Historia del Pensamiento de la Universidad Complutense. “¿La nación? ¿El territorio? ¿La religión? Se diría que fue una recuperación de una identidad cultural, que era la de los visigodos, y de una religión, la cristiana, frente a los musulmanes. Pero los visigodos estuvieron en España 300 años y los musulmanes estuvieron 800… El recuerdo de los visigodos no era tan fuerte”, subraya Álvarez Junco, que cree que el partido de Santiago Abascal hace un uso político y manipulado de la historia de España.

Tampoco se reconquistó Granada, que había sido fundada por los musulmanes -sobre los restos de una ciudad íbera y romana abandonada en la alta Edad Media-, al igual que Badajoz o Almería, recuerda Alejandro García Sanjuán. En todo caso “se conquistaron”. Y para ser “exactos”, apunta José Álvarez Junco, “Granada no fue conquistada, sino que se rindió, con una rendición pactada, y la guerra terminó con las capitulaciones firmadas entre Boabdil y los Reyes Católicos”.

“La realidad es que la península Ibérica nunca volvió a estar unida políticamente después de la conquista musulmana de 711. La antigua Hispania era toda la Península, España no lo es”, explica García Sanjuán, que recuerda que la expansión de los reinos cristianos no se detuvo con la conquista de Granada, sino que continuó, tanto en el norte de África como en las islas Canarias. “Incluso el muy cristiano reino de Navarra fue conquistado por Castilla en 1512 y se trata del mismo proceso expansivo, pero, por razones ideológicas, se singularizan las conquistas contra los musulmanes porque es la forma de señalar que España se forja contra el islam”, añade.

Pero a Vox, que ya apeló a la “Reconquista” en las elecciones andaluzas del pasado diciembre, no parece importarle la historia, sino que la usa “como instrumento para transmitir sus ideas nacionalistas, xenófobas e islamófobas, para decir a los españoles que son una gran nación que realizó grandes hazañas históricas”, razona García Sanjuán. Según recuerda, fue el dictador Francisco Franco el primero en hacer un uso político de la Reconquista para justificar su golpe de Estado en 1936 contra la República: si en la Edad Media se liberó a España de los moros, él llevaría a cabo una nueva Reconquistapara liberarla de los rojos y ateos. “La Reconquista es el pilar conceptual básico de la lectura nacionalcatólica de la historia de España”, concluye.

Coincide con este argumento José Luis Corral: “Vox está falsificando la historia de España, hace presentismos, es decir, crear una idea determinada de España y proyectarla en el pasado”. Lo que hay que hacer, considera, es dejar a un lado “el lenguaje bélico de la Reconquista” y dedicarse a conquistar el “futuro y el progreso”.

lunes, 8 de abril de 2019

La España Salvaje

A través del libro "La España salvaje" en este fragmento de audio se habla de la 'tendencia' histórica' a los alzamientos militares y las luchas fratricidas desde el XIX


miércoles, 3 de abril de 2019

Consecuencias de la Guerra Civil


Terminando el bloque 10 y el tema de La Guerra civil, os publico una entrada con algunos datos de interés aquí en Andalucía y os llevaré a clase algún documento de esos años. Artículo de Juan Miguel Baquero

Andalucía es la región más castigada por el franquismo. Las cifras: al menos 45.566 ejecutados por los golpistas y tirados en 708 fosas comunes, más de 50.000 refugiados, unos 100.000 trabajadores esclavos, más de 60.000 andaluces expoliados y que sufrieron depuración profesional…

Son datos comprobados, hitos históricos. Trabajos realizados desde las nueve universidades andaluzas confirman los números. Y desmienten a los negacionistas. O los archivos públicos, las bases de datos y las investigaciones de hispanistas como Paul Preston o Ian Gibson.

Genocidio fundacional del franquismo

Los rebeldes tienen una estrategia clara: la pedagogía del terror. Los fascistas, sabedores del fracaso del golpe de Estado, matan y saquean pueblo a pueblo. La aplicación de la violencia extrema copia las matanzas de las guerras coloniales en el norte de África.
Los "enemigos de España" quedan deshumanizados al estilo de "los moros" en las batallas del Rif. Y el exterminio del rival ideológico es clave por el efecto paralizante, que limita la capacidad de respuesta y frena la resistencia. Es La justicia de Queipo, como narra en su libro el historiador Francisco Espinosa Maestre.

Los discursos golpistas como pruebas

Emilio Mola: "Hay que sembrar el terror… Hay que dar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros. Nada de cobardías".
Francisco Franco: "Salvaré a España del marxismo cueste lo que cueste". Periodista: "¿Significa eso que tendrá que fusilar a media España?". Franco: "He dicho a cualquier precio".
Juan Yagüe, el Carnicero de Badajoz: "Por supuesto que los matamos. ¿Qué esperaba usted? ¿Qué iba a llevar 4.000 prisioneros rojos conmigo?".
Las fuerzas republicanas no registran un plan similar. Las matanzas contra derechistas ocurren como episodios de violencia incontrolada y, en ocasiones, como respuesta contra ataques rebeldes. El Gobierno de España nunca promueve el asesinato sistemático de golpistas.

Un dato. La provincia andaluza que estuvo en manos republicanas hasta el final, Almería, fue con una diferencia sensible la que menos muertos registró: 367. Pero la memoria histórica del franquismo tira de fake news: "Todos mataron lo mismo". La frase es uno de los lugares comunes del franquismo sociológico. Aseveraciones que sirven para construir falsas equidistancias.

El terror: las fosas comunes

Andalucía fue la región más castigada por el genocidio fundacional del franquismo. En 708 fosas comunes hay al menos 45.566 víctimas, según el Mapa de Fosas de la Junta de Andalucía. Con un ejemplo: el Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante, sigue tirado en una fosa. La aplicación sistemática del terror queda certificada en cada excavación arqueológica, como han contado en los últimos años los anuarios Las huellas en la tierra y Que fuera mi tierra.
Los números atestiguan las matanzas golpistas. Y las cifras, comparadas, hablan por sí solas. La dictadura en Argentina sumó en torno a 30.000 muertos en total. Tres provincias andaluzas superan estos dígitos: Granada (11.388 víctimas estimadas), Huelva (10.199) y Sevilla (9.304). Chile acumuló en torno a 3.000 desaparecidos forzados. Málaga casi el doble (5.638), como Córdoba (5.059).
La mayoría de estos asesinatos fueron realizados contra población civilen lugares donde no hubo guerra. Personas que fueron detenidas y secuestradas de forma ilegal, en muchos casos torturadas, y al final ejecutadas sin juicio ni posibilidad de defensa.

50.000 refugiados andaluces

En torno a 50.000 andaluces parten al exilio como derrotados en la guerra civil. Es una décima parte del número total en España. Huyen de la represión franquista. Y en muchos casos no regresan jamás.
Un libro, Los andaluces en el exilio del 39, radiografía este éxodo masivo. El texto, publicado por el Centro de Estudios Andaluces, está coordinado por el actual director general de Memoria Histórica del Gobierno, Fernando Martínez, con la participación de profesoras universitarias como Encarnación LemusInmaculada Cordero o Leandro Álvarez Rey, entre otros.
Las páginas del exilio republicano andaluz atesoran miles de historias anónimas. 
Más allá de Antonio Machado, Luis Cernuda o Juan Ramón Jiménez. De Diego Martínez Barrio, María Zambrano, Victoria Kent o Manuel Chaves Nogales.
El éxodo desde Andalucía afecta a campesinos, amas de casa, maestras, médicos, políticos, periodistas, sindicalistas… Refugiados con destinos dispares: desde Gibraltar a Argentina y México, de Francia a Rusia. O unos 1.500 andaluces que acaban internados en campos de concentración nazis.
En la odisea de los vencidos caben todos estos retratos sin nombre. También los niños de la guerra empujados a una huida que les lleva a tierras americanas en barcos como el Morelia o el Winnipeg. Y el exilio interior: el abandono, el olvido, el miedo y el silencio que afecta, sobre todo, a las mujeres marcadas como 'rojas'.
Lorca, cantautor
Federico García Lorca.

La represión 'especial' contra mujeres y homosexuales

Federico García Lorca, asesinado por sus ideas. Por poeta. Y por homosexual. Recibió "dos tiros en el culo por maricón", dijo uno de sus verdugos. Sus huesos siguen tirados en una cuneta. La Junta de Andalucía ha aprobado una nueva búsqueda de la fosa donde yace junto a un maestro republicano y dos banderilleros anarquistas, una intervención arqueológica que amenaza el anuncio de la extrema derecha de derogar la ley de Memoria Histórica.
Lorca es "el desaparecido más llorado del mundo", cuenta Ian Gibson en una entrevista exclusiva para eldiario.es Andalucía. El hispanista ha trazado el rastro lorquiano en obras como El asesinato de García Lorca. La represión del franquismo contra los disidentes sexuales cruzó la dictadura de cabo a rabo. Es la memoria LGTBi bajo Franco. Como testigo están los muros de la cárcel de Huelva.
La violencia franquista tiene una versión 'especial' contra las mujeres. Un ejemplo: Carmen Luna fue una de las muchas abanderadas del naciente feminismo con el que los golpistas quisieron acabar. Luna fue ejecutada.
El paradigma de la represión está en las fosas, con casos como las niñas violadas y asesinadas en El Aguaucho. O los experimentos que el doctor Antonio Vallejo-Nájera aplicó contra presas republicanas en busca del "gen rojo", en la cárcel de Málaga. Franco impuso un doble castigo a la mujer: de las bases emancipadoras republicanas, al sumisa y devota patriarcal del fascismo. "Para la mujer hay un antes y un después de la II República", asegura la profesora de Historia Contemporánea en la Universidad de Sevilla, Inmaculada Cordero.

Las matanzas del Virrey de Andalucía

El exgeneral Gonzalo Queipo de Llano asumió la dirección de los golpistas en el sur del país. Y fruto de la encarnizada labor rebelde queda una tierra sembrada de fosas comunes. La memoria oral de los pueblos andaluces está plagada de episodios de barbarie.
Queipo ordena y anuncia, incluso por radio, una orgía de ejecuciones y violaciones. Para el recuento de represaliados queda el exhaustivo trabajo, pueblo a pueblo, del investigador José María García Márquez, como Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla.
Cabe poca interpretación. Los discursos desde Radio Sevilla del autoproclamado Virrey de Andalucía dan fe del afán genocida: "Nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen".
Los buques de guerra Canarias y Cervera, junto a aviones, durante el mayor crimen de guerra del franquismo. / Archivo Rafael Molina
Los buques de guerra Canarias y Cervera, junto a aviones, durante La Desbandá. | ARCHIVO RAFAEL MOLINA

El mayor crimen de guerra: La Desbandá

Es el mayor crimen de guerra del franquismo: La Desbandá. Desde el 7 de febrero de 1937 una auténtica desbandada humana suma más de 300.000 refugiados que huyen del avance fascista. Intentan evitar el terrorismo golpista. La única salida posible es el camino de Málaga a Almería. Desde entonces se conocerá como 'la carretera de la muerte'.
La línea de costa va a ser una ratonera donde los rebeldes atacan a población civil por tierra, mar y aire. Para ejecutar el ataque indiscriminado, los franquistas cuentan con apoyo de la Alemania nazi de Adolf Hitler y de la Italia fascista de Benito Mussolini. Con este episodio arranca el libro El país de la desmemoria.
El drama humanitario ocurre antes de Guernica y multiplica las cifras de muertos de cualquier otro ataque similiar en la guerra civil española. Los refugiados encuentran en el camino ayuda de las Brigadas Internacionales y, entre ellos, del médico canadiense Norman Bethune.

Los aliados nazis y fascistas

Franco gana la guerra gracias a sus aliados Hitler y Mussolini. Sin su apoyo, el relato histórico pudo ser muy distinto. Y Andalucía es un banco de pruebas del músculo bélico de los nacientes nazismo y fascismo que van a provocar la Segunda Guerra Mundial. Lo cuenta Paul Preston en El holocausto español.
La Desbandá es un claro ejemplo. Los bombardeos masivos e indiscriminados tendrán réplica en numerosas poblaciones españolas, como la conocida Guernica o Xátiva y, más tarde, durante el conflicto bélico internacional.
Los golpistas saben que hay dos provincias clave. Sevilla, para facilitar la hegemonía aérea. Y Cádiz, por la conexión marítima que garantiza el desembarco de las tropas africanistas, formadas por legionarios y regulares mercenarios marroquíes que siembran el terror aplicando tácticas de violencia extrema.
'La desbandá'. /©Norman Bethune.La huella solidaria
Refugiados republicanos. | NORMAN BETHUNE/LA HUELLA SOLIDARIA

Robo y saqueo a los vencidos

Unos 60.000 andaluces son esquilmados por los golpistas de Franco. El robo a los vencidos es una práctica habitual que afecta a 12 de cada mil personas en la región. Una cifra multiplicada a lomos de cada familia. A nivel nacional, la media baja a 9 de cada mil.
Investigadores de las nueve universidades andaluzas participan en un trabajo de cinco años sobre la represión económica durante la guerra civil y la dictadura. La amenaza económica también funciona como una eficaz medida disuasoria en un país azotado por el hambre y la exclusión.
La rutina saqueadora impuesta por los franquistas es un ajuste de cuentas contra quienes consideran "causantes de los males de la patria". A "más culpables", mayor "justificación" tiene el golpe de Estado.
Los fascistas roban al menudeo, desde un reloj a una máquina de coser, y a lo grande, con ejemplos del expolio en la fortuna corrupta del dictador y el gallego Pazo de Meirás de Franco con su réplica en el andaluz Cortijo de Gambogaz de Queipo. Quedan como exponentes los trabajos del periodista Mariano Sánchez Soler, como Los Franco S.A., o del historiador Ángel Viñas, caso de La otra cara del caudillo.

Depuración profesional

Los fascistas españoles ejercen una actividad represora poliédrica. De las matanzas fundacionales del franquismo a la tortura, el encarcelamiento, el robo de bienes o la depuración profesional. La represión "socioeconómica" queda registrada en los archivos de salas judiciales creadas al efecto por el régimen dictatorial.
Caso del Tribunal de Responsabilidades Políticas. Con la expulsión de sus trabajos, o a través de multas, el franquismo elabora un proceso de una "magnitud" extraordinaria que afecta "a todos los que militaron o tuvieron algún cargo de responsabilidad en alguno de los partidos o sindicatos que apoyaron al Frente Popular desde 1934", explica el libro La represión franquista en Andalucía, coordinado por Francisco Cobo Romero junto a Miguel Ángel del Arco o Javier Rodrigo y editado por el Centro de Estudios Andaluces.
La inhabilitación para trabajar afecta a todo tipo de personas. Desde obreros industriales a braceros. De las maestras republicanas a periodistas, jueces o los científicos que recoge la web Generaciones de Plata.
El 'canal de los presos', construido con mano de obra esclava / RMHSA (CGT).
Esclavos del franquismo en la construcción del 'canal de los presos'. | RMHSA (CGT)

Esclavos del franquismo

La explotación económica de los derrotados lleva a Franco al extremo de emplear, en toda España, a más de 400.000 presos políticos como trabajadores forzados. Solo en Andalucía hay 55 campos de concentración donde penan unos 100.000 esclavos del franquismo.
Decenas de empresas públicas y privadas –algunas cotizan en el IBEX 35– usan esta mano de obra gratuita gestionada a través del Patronato de Redención de Penas por el Trabajo.
El máximo exponente a nivel andaluz es el canal de los presos., como retrata el libro homónimo elaborado por investigadores como Gonzalo AcostaLola MartínezÁngel del Río y José Luis Gutiérrez Molina. Una faraónica obra de ingeniería hidráulica que aporta la infraestructura necesaria para regar 80.000 hectáreas de tierra, antes de secano. Los terratenientes de la zona son los grandes beneficiados. El propio Queipo utiliza esclavos en Gambogaz.

lunes, 1 de abril de 2019

Diez mitos sobre la Guerra Civil que perduran 80 años después


Hoy 1 de Abril se cumplen 80 años desde el final de la Guerra Civil, estas últimas clases estamos ya en estos temas y se han planteado ciertas dudas, debates...etc que se llevan escuchando la friolera de 80 años ...y lo que te rondaré morena.

Ya la semana pasada hice una pequeña entrada sobre ello tras el debate del fin del tema de la II República. Ahora y en vista de esta fecha, os amplio algunos de los mitos sacados de un artículo periodístico de Alejandro Torrus que se basa en aquel libro que os comenté sobre los mitos del 18 de Julio

1. El golpe de Estado no tiene relación con el asesinato de Calvo Sotelo.

El hecho de que el golpe de Estado se produjera el 18 de julio no tiene nada que ver con el asesinato de Calvo Sotelo, que se produjo el 13 de julio de 1936 y fue conocido el 14. Su muerte, tal y como señala el profesor de la Carlos III y coordinador de la obra Los mitos del 18 de julioFrancisco Sánchez Pérez, “no precipitó nada” y “no tiene nada que ver” con el golpe de Estado. De hecho, hubo un proyecto de atentado terrorista contra la vida de Azaña, como respuesta al asesinato de Calvo Sotelo, que fue abortado por los militares golpistas que se encontraban en la capital. “Prohibido terminantemente. Todo está preparado en Madrid y eso podría echarlo a perder”, le dijo el coronel Ortiz de Zárate a Eusebio Vegas Latapié, cabecilla del proyecto.
La fecha de inicio del golpe está ligada a la promesa de intervención de la Italia fascista de Mussolini, con la que los monárquicos, liderados por Calvo Sotelo, suscribieron el día 1 de julio un acuerdo para la compra de una “espectacular cantidad de material bélico de primer nivel”, tal y como descubrió el historiador Ángel Viñas aportando una copia de dichos contratos. Estos fueron firmados en Roma por Pedro Sainz Rodríguez con el apoyo personal de Antonio Goicoechea y “el más que probable conocimiento de Calvo Sotelo”.
2. La internacionalización del conflicto es incluso previa al golpe de Estado

Desde la historiografía neofranquista se ha mantenido que el golpe de Estado del 18 de julio se explica únicamente por razones de política interior españolas y, además, que fue la República, cuando pidió ayuda a Francia, la responsable de internacionalizar el conflicto bélico. Es mentira.
Tal y como se ha explicado anteriormente, en el momento en el que se da el golpe de Estado del 18 de julio, los conspiradores ya tenían un acuerdo para la compra de material de guerra con la Italia de Mussolini. De hecho, los contactos de los conspiradores monárquicos con la Italia fascista comienza, como mínimo, en 1934, cuando la República española estaba gobernada por las derechas.
Por lo tanto, el golpe de Estado a la República no puede entenderse únicamente con razones de política interna. Los sublevados eran conscientes de que un golpe de Estado fracasaría y que derivaría casi con toda seguridad en una cruenta guerra.
3. La Guerra tampoco la empezó la izquierda en el 34.

Esta ha sido una de las tesis más repetidas en los últimos años: las izquierdas rompieron con la República tras el intento de revolución en 1934, sobre todo, en Asturias. Sin embargo, se trata de una burda manipulación. Es cierto que en octubre de 1934 hubo una intentona revolucionaria en España que fue violentamente aplastada.
En aquella fecha, en España, gobernaban las derechas y tras el intento revolucionario continuaron gobernando las derechas. Esta intentona , sin embargo, no fue la única ni la primera que sufrió la República. Ya en 1932 el general Sanjurjo, uno de los golpistas del 36, intentó otro golpe de Estado contra la II República y fracasó. Afirmar que la Guerra Civil la inició el movimiento obrero con su intento revolucionario es tan absurdo como decir que la Guerra Civil comenzó en 1932 tras la conocida como ‘sanjurjada‘.
La conspiración de las derechas para poner fin a la República había comenzado, de hecho, el mismo 14 de abril cuando un reducido grupo de ‘personajes significativos’ se reunió en casa del conde de Guadalhorce (Rafael Benjumea, miembro del directorio civil de Primo Rivera y presidente de Renfe durante la dictadura de Franco) para derrocar ‘por todos los medios’ a la nueva República. Carlistas y monárquicos comenzaron a perfilar el bloque y los socios exteriores necesarios para la sublevación del 18 de julio. Como apunte sirve introducir que en 1932, los monárquicos ya habían conseguido 20 millones de pesetas para la causa visitando a españoles residentes en Francia. Estos datos vienen incluidos en La financiación de la Guerra Civil española de José Ángel Sánchez Asiaín.

4.  No había una revolución comunista en marcha

Durante 39 años de dictadura franquista, el régimen señaló repetidamente que la sublevación militar fue la respuesta aun inminente levantamiento comunista. El anticomunismo sirvió a Franco para legitimar la insurrección contra el gobierno legítimo, presentándola como una contrarrevolución preventiva. Basta para desmentir estas teorías conspiratorias la propia declaración del entonces embajador estadounidense, Claude Bowers, que recoge la obra Los mitos del 18 de julio: “A aquellos que fuera de España después tuvieron que escuchar con machacona insistencia la calumnia fascista de que la rebelión era para impedir una revolución comunista, puede sorprenderles saber que durante tres años y medio nuca oí semejante sugestión de nadie, mientras, por el contrario, todos hablaban confidencialmente de un golpe de Estado militar”.
Después de esta teoría, o incluso a la vez, llegaron otras, como se verá a continuación. Todo con tal de evitar reconocer que los motivos que llevaron a la sublevación a los militares fue frenar en seco las reformas progresistas, y democráticas, diseñadas en el primer bienio de la II República. Es decir, la reforma agraria, los estatutos de autonomía y la reforma militar.
A esta realidad hay que añadir una serie de datos muy importantes: el PCE, antes de la Guerra Civil, apenas tenía 3.000 afiliados y, tras las elecciones de febrero del 36, tan solo contaba con 16 diputados en el Congreso. ¿Dónde estaba la amenaza? Además, fue también tras el estallido de la Guerra Civil cuando sí se produjo algún intento revolucionario en territorio republicano.

5. La URSS tampoco planeaba invadir España

La Unión Soviética, en contacto directo con el PCE, no tenía prevista una intervención revolucionaria en España. De hecho, en ningún lugar de Europa entre 1918 y 1939 triunfó ninguna revolución obrera ni hubo ninguna “expansión comunista”, pues el comunismo “no pudo o no supo salir de la URSS”, escribe el profesor Francisco Sánchez Pérez. Las pruebas que en este sentido ofrecieron los conspiradores fueron una serie de documentos cuya autoría se desconoce a “ciencia cierta”, pero que “diversos indicios permiten endosárselas al propio Mola”.
Estos documentos venían a señalar el inicio de una revolución soviética en el verano del ’36.  No obstante, una vez iniciada la guerra, esos documentos que habían sido el hazmerreír de muchos cuando se hicieron públicos, se transformaron en una de las principales herramientas propagandísticas del bando franquista. “Y sorprendentemente, todavía hoy continúan siendo esgrimidos por algunos para justificar la rebelión militar”, sentencia Sánchez.

6. No había un terror rojo en la primavera del 36

El profesor de la Carlos III también desmonta en la citada obra la tesis de que el golpe de Estado del 18 de julio se dio para poner fin a “un terror rojo” o a la “primavera sangrienta de 1936”. Lo hace con los datos aportados por el historiador José Luis Ledesma, que muestran que “antes de la Guerra Civil no había una ‘violencia revolucionaria o un terror rojo”‘. Tampoco había ninguna dinámica de exterminio ni liquidación de los enemigos de clase que pudiera continuarse después del 18 de julio, es decir, no se asesinaba a las ‘gentes de orden’.
Ledesma y Sánchez combaten este mito con datos: el número de empresarios y propietarios que fueron asesinados en los meses anteriores al 18 de julio es ínfimo y el de religiosos es inexistente: “Por lo que sabemos murieron más empresarios, identificados con sus nombres y apellidos, entre 1919 y 1923 en toda España que en la primavera de 1936, y entonces no hubo ninguna guerra sino lo de siempre, una dictadura al uso. Con respecto a los religiosos basta decir que en 1923 fue asesinado un arzobispo y cardenal (Soldevila), lo que no ocurrió en toda la República”.

7. No hubo fraude electoral para que el Frente Popular ganara las elecciones

Desde antes incluso del final de la Guerra Civil, el franquismo difundió la tesis de que el Frente Popular había ganado las elecciones de febrero de 1936 con trampas y que por tanto su gobierno era ilegítimo y se justificaba así el golpe de Estado de 1936. El mismo Ramón Serrano Súñer, cuñado de Franco, impulsó una comisión de expertos en plena Guerra Civil que señaló que ya dictaminó “la ilegitimidad” del gobierno del Frente Popular.
Esta tesis, que ha sido defendida por otros historiadores como Stanley G. Payne, se vio reforzada tras la publicación de la obra 1936 Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular de los historiadores y profesores de la Universidad Rey Juan Carlos Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García. La publicación tuvo un eco en la prensa que pocas veces o nunca se da con los libros de Historia. Fue portada en varios de los principales medios de comunicación en España, protagonizó tertulias radiofónicas e incluso saltó a la televisión. Hasta la Fundación Francisco Franco publicó un manifiesto, a partir del libro, para pedir al Congreso de los Diputados que declare golpistas a los partidos y sindicatos históricos (PSOE, ERC, PNV, PCE, UGT y CNT) constitucionales.
Se recuperaba así, por tanto, la idea de que las izquierdas llegaron al poder de manera fraudulenta en febrero de 1936. Sin embargo, no hay ninguna evidencia empírica que sostenga que el Frente Popular ganó las elecciones gracias a un fraude generalizado. Y así lo han puesto por escrito diversos historiadores de reconocido prestigio.
El doctor en Historia por la Universidad de Castilla La Mancha Ángel Luis López Villaverde apunta en un artículo publicado en CTXT que, a diferencia de lo pregonado en ciertos medios, los propios autores de la obra niegan que se pueda cuestionar la legitimidad de la victoria de la coalición de izquierdas, pese a que titulan el capítulo octavo, entre interrogaciones, ¿Una victoria del Frente Popular?. De hecho, los profesores de la Rey Juan Carlos descartan que “los resultados del Frente Popular fueran un mero subproducto del fraude, como proclamarían sus adversarios comenzada ya la Guerra Civil” y dan por sentado que obtuvo más escaños que sus oponentes.
En este sentido, otros historiadores, como el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona José Luis Martín Ramos han señalado, raíz de la polémica generada por la publicación del libro 1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular, que en esas elecciones hubo irregularidades en el voto y en el escrutinio, sobre todo en Galicia y en algunas zonas de Andalucía, Extremadura y el País Valenciano. Sin embargo, aún restando esos escaños en disputa al Frente Popular, la victoria de las fuerzas de izquierdas se mantendría. Así lo escribe el catedrático de Historia Martín Ramos:
“A pesar de los pucherazos e irregularidades, que no del fraude en singular, el Frente Popular ganó las elecciones de 1936, con mayoría absoluta y con todas las de la ley, las suficientes, pasó a gobernar. Su triunfo fue formalmente democrático y fue el triunfo de la democracia sobre las alternativas autoritarias y las tentaciones fascistas. Una democracia problemática, sin duda, pero que, tampoco me cabe la menor duda, habría sido capaz de resolver sus conflictos de no mediar la conspiración militar y política y la sublevación que nos impuso a todos, una guerra fraticida”.

8. La defensa de la Iglesia no existía al inicio de la Guerra Civil

Entre las motivaciones alegadas por los militares en sus bandos de guerra iniciales de julio de 1936 (incluido el del propio Franco) no se cita ni una sola vez la recurrente “persecución religiosa” ni tampoco hay clérigos entre los conspiradores. “Nadie se creía en julio de 1936 que los militares rebeldes comenzasen semejantes fusilamientos masivos en defensa de la religión”, escribe el historiador Sánchez Pérez.
No fue hasta bastantes días después cuando la propaganda de los rebeldes utiliza la defensa de la religión para justificar la Guerra Civil. Otra cosa fue la postura de la mayoría de los obispos, que apoyaron el golpe casi de inmediato, ofreciendo un respaldo ideológico formidable motivados, en su mayoría, por la defensa de sus privilegios casi feudales.
Los obispos españoles fueron los encargados de bautizar a la guerra como cruzada, pero cabe recordar que ningún papa ha utilizado el término cruzada para referirse a la Guerra Civil. Mucho más que la religión, la justificación invocada por los golpistas era la amenaza de la revolución comunista y la de defensa de la nación española frente a los separatismos.
La defensa de la religión no se sitúa en el mismo escalón que la defensa de la patria hasta el 8 de septiembre de 1936cuando fue publicado en el Boletín Oficial de la Junta de Defensa de Burgos.

9. Hubo crímenes republicanos, sí, pero no son comparables. El golpe de Estado venía acompañado de un plan de violencia sistemática.

Que hubo represión y asesinatos extrajudiciales en la España republicana es una realidad innegable. Pero hay que establecer varias diferencias. Por una parte, la represión de los franquistas fue, en palabras del historiador Paul Preston, “aproximadamente tres veces superior a la de la zona republicana.”Hoy por hoy, la cifra más fidedigna, aunque provisional, de muertes a manos de los militares rebeldes y sus partidarios es de 130.199. Sin embargo, es poco probable que las víctimas ascendieran a menos de 150.000 y bien pudieron ser más”, prosigue.
Asimismo, es importante tener en cuenta que los golpistas del 18 de julio tenían, al menos, un boceto de plan de exterminio premeditado contra “todo aquel” que pensara diferente. Prueba de ello son los contratos de compra de material bélico antes del 18 de julio y las instrucciones del director del golpe, el general Mola, que tres meses antes de levantarse en armas ya hacían referencia a una sublevación “sangrienta”. “La acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo (…) aplicando castigos ejemplares (…) para estrangular movimientos de rebeldía o huelga”, decía Mola. También animaba a “eliminar los elementos izquierdistas: comunistas, anarquistas, sindicalistas, masones, etc.”
Prueba de la violencia planificada del golpe de Estado es la represión en las regiones en las que no hubo Guerra Civil. En Canarias, hubo entre 2.600 y 3.000 asesinados; en Navarra, alrededor, de 3.500 asesinados; en Baleares, 2000; en Galicia, unos 4.700 asesinados…

10.Franco rescató a los suyos de las cunetas y reparó a sus familiares

Se ha repetido una y mil veces, pero todavía hoy hay quien afirma que en las miles de cunetas llenas de cadáveres que hay repartidas por el Estado hay republicanos y franquistas. No es cierto. Una orden de mayo de 1940 sobre exhumaciones e inhumaciones de “cadáveres de asesinados por rojos” estableció el procedimiento: “Toda persona que desee exhumar el cadáver de alguno de sus deudos que fueron asesinados por la horda roja, para inhumarlos de nuevo en el cementerio, puede solicitarlo al gobernador civil de la provincia correspondiente”. Se hizo, además, sin coste alguno para las familias.
Pero no solo eso. Tal y como recogió el periodista Juan Carlos Escudier en este periódico Franco reparó más y mejor a los suyos que la democracia a los que lucharon por ella. En plena Guerra Civil, un decreto del conocido como Gobierno de Burgos, en abril de 1938, concedía pensiones extraordinarias a las viudas y huérfanos de los militares sublevados muertos en cautiverio. En diciembre de 1940 se extendió por ley estas pensiones a las viudas, huérfanos y padres de los militares que combatieron o se alzaron por el Movimiento y fueron detenidos y ejecutados o murieron en la guerra.  En julio de 1941 se creó la figura de los funcionarios civiles muertos en campaña para subsidiar a sus familiares.
Ese mismo año, en diciembre, otra ley hizo extensivos esos beneficios a los padres de sacerdotes “muertos como consecuencia de la Guerra de Liberación”. Y otra norma de junio de 1947 fue más allá hasta hacer beneficiarios a los “caídos en la revolución de 1934”, a los que se consideró muertos en campaña. En agosto de 1939 se había aprobado ya el acceso preferente a la función pública por parte de mutilados, ex combatientes y ex cautivos, así como a los familiares de las víctimas de la guerra, y se les reservó el 80% de las plazas en los niveles inferiores de la Administración.
Gran parte de las víctimas republicanas, sin embargo, siguen hoy día desaparecidos o localizados en cualquier cuneta. Familias enteras perdieron sus posesiones en un expolio jamás investigado y los archivos de la justicia española sigo considerando como criminales a gentes como el poeta Miguel Hernández. Por tanto, la conocida como Ley de Memoria Histórica no ha resuelto gran parte de los problemas de la ‘desmemoria’ española.