martes, 29 de enero de 2019

¡¡¡Qué sorpresa !!!


Los ricos italianos de ahora siguen siendo las mismas familias que los ricos de 1400

Florencia, cuna de la industria y el comercio ya en los albores de la Edad Moderna, urbe que dio vida a las artes y al mecenazgo, es también el símbolo del fracaso de la movilidad social. Un estudio del Banco de Italia, obra de los economistas Guglielmo Barone y Sauro Mocetti, ha cruzado los datos del censo de 1427 con la declaración de la renta del 2011. En su informe se descubría que los apellidos más millonarios de la Florencia actual son los mismos que ya lo eran en la renacentista de los Medici. Si tu familia era rica hace 600 años, tú también lo eres.


De Italia a Reino Unido: por su naturaleza comercial hay quien podría pensar que se trata de una anomalía estadística, pero todo apunta a que se trata de una tendencia común en muchas culturas. Otra investigación sobre el patrimonio de los ingleses descubrió que la riqueza de las dinastías se remontaba a los orígenes de los censos, 28 generaciones atrás. Ocho siglos seguidos en la cumbre de la pirámide.

Y también en China, ya que aquellos que mantenían en estatus durante los años de Mao también lo hacen ahora.

Curva del Gran Gatsby: así se conoce (paradójicamente) este fenómeno acuñado por el economista Alan B. Krueger en 2012. Su investigación demostraba que, a mayor desigualdad en la sociedad, menor movilidad social intergeneracional se dará entre sus ciudadanos. O dicho de otra forma, que la tendencia general es a permanecer en la clase en la que naciste y que, si tu país es fuertemente desigual, tus méritos o fallas influirán poco en un cambio de estatus.

El caso español: lamentablemente estamos junto a Grecia, Portugal e Irlanda entre los países con las políticas de redistribución socioeconómica más débiles de Europa, lo que supone una movilidad social relativa bajísima. Enfrente, con políticas sociales activas para prevenir la desigualdad social, están Dinamarca y Suecia. En Reino Unido, un país que se mantendría en la media europea a este respecto, sólo 8 de cada 2.000 niños que nacen de un entorno socioeconómico bajo podrán subir al escalafón de la clase media.

Abolengo asturiano: España no ha hecho un análisis censal por apellidos y familias, pero sí lo hicieron los periodistas de La Voz de Asturias, que descubrieron que las grandes familias de comerciantes y nobleza de siglos atrás siguen dominando económicamente la región.

¿Y por qué se produce esto? Hay variedad de opiniones, también entre los economistas. Pero si nos vamos a las opiniones del pueblo, curiosamente el análisis de los individuos es marcadamente distinto dependiendo de su propia clase social. El éxito (que es de lo que hablamos al pertenecer al grupo de los más acaudalados de la sociedad) es, según los ricos consecuencia de su trabajo duro. Para la clase media una cuestión de alto nivel formativo. Para los pobres es cuestión de tener o no contactos.


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lunes, 21 de enero de 2019

Misterios, teorías y momias: El asesinato de Prim


No era el primer asesinato , ni el primer atentado, hubo otros a lo largo del XIX y principios del XX....jefes de gobierno asesinados después de Prim vinieron Cánovas, Canalejas o Dato; atentados sufrieron varios incluidos Amadeo de Saboya o Alfonso XIII.

Pero el de Juan Prim es quizás el magnicidio contemporáneo 'made in Spain' del que a día de hoy no se sabe claramente quien o quienes lo cometieron.

Si al de Kennedy todavía le siguen dando vueltas, el de Prim tiene unas cuantas o diría que varias más.

Basándome en la construcción en artículos como el de Fátima Uribarri o Fátima de la Fuente os cuento la historia, los sospechosos y las últimas teorías.

Aquí un par de vídeos sobre las últimas teorías




El periodista Bernardo García, director de La discusión, le previene de que ese día lo van a matar. Prim desatiende el aviso (no es el primero que recibe) y continúa con la agenda prevista. Son tiempos especialmente convulsos, es inminente la instauración de una nueva dinastía; tras la revolución de La Gloriosa, que provocó el exilio de Isabel II y llevó al poder a Prim, Amadeo de Saboya ha sido ‘elegido’ rey por el nuevo gobierno y llegará a Cartagena (Murcia) en tres días, el 30 de diciembre.

Isabel II parte a su exilio en Francia
El Atentado

Prim acude a las Cortes y a la salida se dirige a su residencia, la sede del Ministerio de la Guerra, en el palacio de Buenavista. Sobre las siete de la tarde la visibilidad es mala: nieva en Madrid y el alumbrado público no es potente. Al poco de entrar en la calle del Turco (hoy, calle del Marqués de Cubas) el cochero de la berlina del presidente se sobresalta y tira con fuerza de las riendas cuando observa que unos carruajes cruzados en la calle le impiden el paso.
El atentado de Prim
Todo sucede deprisa, unos hombres se abalanzan sobre el vehículo. Abren la portezuela y descerrajan hasta cinco disparos sobre Prim. Los trabucos, de boca ancha, a poca distancia hacen mucho daño: el presidente queda herido en el hombro y el brazo izquierdo; tiene atravesada la palma de la mano derecha y ha perdido el dedo anular. Pero parece que sus órganos vitales están intactos.

Se acuerda transmitir la idea de que se repondrá, porque parece que eso es lo que sucederá. Los días 28 y 29 los pasa relativamente bien. Pero el 30 lo invade una fiebre alta. Llaman al doctor Sánchez de Toca, pero ya es tarde: una infección letal acaba con su vida. Prim fallece el 30 de diciembre de 1870, entre las 20 y las 20.15 horas, el mismo día de la llegada de Amadeo I de Saboya, el rey que él quiso para España.

Hasta aquí la versión oficial.

¿Quién o Quienes fueron?

A Prim le sobraban los enemigos.

En cuanto a los autores materiales, diversos indicios apuntaron durante mucho tiempo  a José Paúl y Angulo -que además se marchó de España cuando pasó esto-, un jerezano que había contribuido al pronunciamiento de Prim en 1868, pero que luego, como exaltado republicano, lo atacó violentamente y llegó a amenazarlo de muerte en su periódico semanas antes del asesinato. En el sumario judicial se recoge que Prim reconoció a Paúl en la voz que gritó «¡Fuego!» cuando iba en su carroza en la calle del Turco. Cabe señalar que la oposición de los republicanos federales a Prim se había radicalizado conforme parecía tomar forma el modelo de monarquía constitucional impulsado por éste, y de hecho circulaban rumores de que estaban preparando una insurrección que estallaría en cuanto el duque de Aosta desembarcara en España.
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José Paúl y Angulo

Al tiempo que algunos políticos, como Cánovas del Castillo, veían en el atentado un signo indudable de que España iba al caos, prendía la polémica sobre quién había matado a Prim, polémica que no ha cesado desde entonces. 

Aun en el caso de que el atentado fuera ejecutado por el grupo de Paúl, cabe también la posibilidad de que existiera algún otro inductor o financiador. Se ha hablado a este respecto del general Serrano, político revolucionario enemistado con Prim, o, más verosímilmente, del duque de Montpensier, el príncipe de la casa francesa de Orleans que había colaborado en el pronunciamiento de 1868 y había optado al trono español, expectativa frustrada tanto por su implicación en un duelo con resultado mortal como por las maniobras del general reusense.


Descubrimientos y momias

Tras la muerte de Prim, su cuerpo fue embalsamado y, pasado el funeral, se depositó en un mausoleo en el Panteón de Hombres Ilustres de la basílica de Atocha, de donde en 1971 fue trasladado a Reus, su ciudad natal. En 2012, dentro de la programación para celebrar el segundo centenario del nacimiento de Prim, un equipo científico analizó la momia y halló indicios de que el general no había muerto de sus heridas, sino de un estrangulamiento. Esta sorprendente teoría fue desmentida un año más tarde por un nuevo análisis a cargo de un equipo de la Universidad Complutense, que ha confirmado las conclusiones de los médicos que trataron al general.
El nuevo examen de la momia del general Prim
Aquel examen a la momia de Prim en 2012-2014, además de revelarnos que el general tenía el pelo castaño, que perdió un diente post mortem o que los embalsamadores le colocaron dos ojos artificiales de vidrio, han documentado las diversas heridas que sufrió por el atentado. La más grave de ellas se localizó en el hombro izquierdo, donde en efecto se encuentra un orificio de 2,5 por 1,5 cm que entra en el cuerpo con una inclinación de 15º hacia arriba.

Los autores del análisis de 2012 observaron en la momia de Prim "un surco que parte desde la parte posterior del cuello y presenta continuidad hasta la zona delantera" (a la izquierda), lo cual "sería compatible con un estrangulamiento a lazo". Sin embargo, el informe de 2013 concluye que el surco del cuello se produjo post mortem, a causa de la presión por elementos de la vestimenta.
¿Estrangulado?

Es decir, Teoría del estrangulamiento cierta o no, parece ser que ahora el que más lejos está de participar fue el diputado Paúl y Angulo, las sospechas nos quedan más cerca de Serrano o Montpensier. Aún así, no podemos asegurar nada y dudo que alguna vez se sepa. Esto ya es una opinión personal, pero estudiada la historia de España y la contemporánea no sería de extrañar que el asesinato saliera de gente muy cercana a Prim. Después de ver la película del asesinato en la calle del Turco...¿Por quién apostaríais?

domingo, 20 de enero de 2019

Duelo que costó una vida y un trono


El duelo más famoso del siglo XIX costó una vida a un noble y el trono a otro. 

Lo sostuvieron don Antonio, Duque de Montpensier y el infante don Enrique, hermano de Francisco de Asís, rey consorte por su matrimonio con Isabel II.



En un momento dado (febrero de 1870), mientras el Gobierno y las Cortes barajaban el candidato a ocupar el Trono de España,  Montpensier  que habitualmente residía en Sevilla, con su familia, se dejó ver en Madrid  en paseos, teatros y conciertos, a la vez que seguía con sus contactos políticos. Un día, sin embargo, hojeando el periódico “La Época se quedó de piedra al leer un manifiesto dirigido a sus partidarios suscrito por el infante don Enrique, duque de Sevilla, y en el que se lanzaban graves injurias contra el pretendiente.
El susodicho manifiesto “A los montpensieristas” es largo para reproducirlo entero pero baste decir que ya en su primer párrafo el infante se declara “el más decidido enemigo político del duque francés”, cuya persona le inspira  “hondo desprecio” por su “truhanería política”. Seguían las descalificaciones y remataba la faena llamando al duque  “hinchado pastelero francés”.

Digamos de paso que el infante don Enrique venia distinguiéndose desde antes de la Revolución  por sus ideas liberales  de las que hacia continuo alarde. Algunos historiadores han creído que este manifiesto  injurioso contra la persona del duque, le había sido sugerido por su cuñada política, la reina Isabel II, que no podía ver a Montpensier ni en efigie, conocedora de que el duque había financiado a los revolucionarios con tres millones de reales, pero lo más seguro es que el citado manifiesto fuera de inspiración republicana, partido con el que el desgraciado infante mantenía contactos.

Lo cierto es que Montpensier montó en cólera y furioso mandó al infante una carta en la que decía lo siguiente: “Muy Sr. Mio. Adjunto es un papel en el cual aparece su nombre. Espero que se sirva V. decirme si lo ha escrito y si está dispuesto a responder de él”, a lo que el destinatario respondió con otra misiva de este tenor: “Muy Sr. Mío: El papel que me ha remitido y le devuelvo adjunto, está escrito por mí y por consiguiente respondo de él


Acto seguido, Montpensier designó como testigos del duelo a los generales Fernández de Córdoba y Alaminos y como padrino al coronel Solís. El infante tardó algo más en nombrar a los suyos pues, al parecer deseaba que uno de sus padrinos fuera el general Baldomero Espartero, quien por razones de salud, no quiso o no pudo aceptar. Finalmente designó para que le apadrinaran al insigne cirujano don Federico Rubio y Galí y a Emigdio Santamaría, ambos diputados republicanos.
Reunidos en casa del general Córdoba los padrinos de ambas partes, los que lo eran del duque cometieron el grave error de proponer unas condiciones extremadamente duras para el duelo, por las armas y a una distancia de diez metros, quizás con la idea de que este no llegara a realizarse. Informado el duque, aceptó, sin embargo las condiciones y como era el ofendido y tenía el derecho a elegir arma, escogió la pistola.

El duelo quedó fijado para el sábado 12 de marzo, a las diez de la mañana, en la dehesa de la Escuela de Tiro de los Carabancheles. Ventas de Alcorcón. Ana de Sagrera escribe que “Montpensier pasó la víspera arreglando papeles y cuestiones de intereses, revisó su testamento y añadió un codicilo. Cuentan que, incluso aconsejado por la Infanta, fue a confesarse, pero el confesor le dijo que no le podía dar la absolución, a menos que prometiese apuntar al aire. Después de una noche de insomnio, tomo por la mañana un baño y un desayuno frugal”. Otras fuentes dicen, por el contrario, que el Duque pasó los dos días anteriores al duelo ejercitando la puntería.  De lo que hizo el infante don Enrique durante las vísperas del duelo no tenemos noticias ciertas.

Llegados al campo del honor los  contendientes “vestidos de levita”, con su comitiva de padrinos y testigos; dialogaron estos brevemente intentando una reconciliación que no fue posible. Se dejó a la suerte que fuera esta quien señalase  las armas, los puestos y quien sería el primero en apuntar Todo ello fue favorable a don Enrique. Seguidamente  se repartieron las armas  y sonaron las tres palmadas de uno de los padrinos que equivalían a las voces de ritual de  “preparados”, “apunten” y “fuego”.  
El Infante disparó primero, sin hacer blanco. Disparó luego el Duque con idéntico resultado (doña Ana de Sagrera escribe que este “disparó al aire”). Los padrinos volvieron a cargar las armas y por acuerdo unánime decidieron no avanzar un metro como se había convenido.


El segundo disparo del Infante tampoco produjo herida. En su turno de disparo, la bala de Montpensier dio en la llave dela pistola del infante, partiéndose en pedazos ninguno de los cuales le alcanzó.
Como no había sangre continuó el combate. Disparó don Enrique, sin lograr herir a su oponente; entonces disparó el duque y la bala “penetro por el ojo y el lado derecho de la cabeza de su adversario” que cayó desplomado, herido mortalmente. Los facultativos que eran los doctores Luis Leiva y José solo pudieron certificar su fallecimiento.

Así acabó este duelo infortunado que causó en toda España una inmensa conmoción. El duque, que según Ana de Sagrera tuvo que guardar cama durante dos días a causa de la sobreexcitación, tuvo que comparecer ante un Consejo de Guerra que solo le condenó a un mes de destierro e indemnización de treinta mil pesetas a la familia de don Enrique considerando su muerte accidental. Lo que me resulta menos creíble, aunque así lo asegura doña Ana, es que Montpensier quiso  prohijar a los huérfanos  de don Enrique, pero estos, lógicamente, rechazaron toda protección del matador de su padre.
Perdió el duque, a causa de este duelo, todas sus posibilidades de haber sido elegido rey de España como  Antonio I. La opinión pública se puso en su contra y la mayoría de los políticos que le apoyaban le abandonaron. En la sesión extraordinaria de las Cortes de 16 de noviembre de 1870, en la que resultó elegido Amadeo de Aosta como rey de España, el duque de Montpensier solo obtuvo 27 votos


sábado, 12 de enero de 2019

Operación candidato



Una vez aprobado el texto constitucional se nombró a Serrano como regente y a Prim como jefe del primer gobierno constitucional. Ahora había que buscar un monarca que no fuera de la Casa de Borbón, tarea en apariencia sencilla, habida cuenta del número de Casas reales europeas. Pero no fue una empresa fácil. En primer lugar, porque la causa monárquica de siempre estaba vinculada a la Casa de Borbón, ya fuera la rama que había reinado hasta la Revolución, ya la parte carlista, que no aceptó la nueva situación y fue preparando una nueva guerra. Pero, además, agudizó las tensiones internas en el seno de las fuerzas que habían protagonizado la Revolución. Los republicanos veían como se habían frustrado sus expectativas de traer una República vía parlamentaria. Una parte del republicanismo optó por la rebelión.
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En segundo lugar, la búsqueda de un rey implicaba a otros países, a la compleja diplomacia europea donde comenzaba a surgir un gran poder, la Alemania de Bismarck, y donde el Segundo Imperio de Napoleón III deseaba continuar desempeñando un papel central en la Europa continental. Elegir un príncipe u otro podía generar tensiones, como de hecho ocurrió.

La lista de candidatos al trono español era larga, incluyendo al propio general Espartero


En primer lugar, había que citar las candidaturas portuguesas. La búsqueda de un rey en España generó en Portugal la denominada “cuestión ibérica”. Fernando de Coburgo, viudo de la reina María II y padre del rey de Portugal, Luis I, era el primer candidato. 
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Fernando se negó a acceder a la propuesta española por su estrecha vinculación con el duque de Montpensier, al que consideraba mejor candidato. Pero esta negativa de Fernando es interpretada por algunos historiadores desde otra perspectiva. El rechazo al trono español se debería, en este caso, al interés de Luis I por coronarse también como rey español. Al parecer, el monarca fue consultado en secreto, pero la noticia se filtró a la prensa y generó una posición contraria de gran parte de la opinión pública portuguesa. Al final, Fernando de Coburgo aceptó la propuesta, aunque con condiciones. Su mujer, al no ser de condición nobiliaria, estaría excluida de la vida oficial, aunque se le reconocería como esposa del rey en la vida privada. Otra de las condiciones era que dos tercios de las Cortes españolas debían estar de acuerdo con su nombramiento para asegurar un apoyo sólido al nuevo monarca. La tercera condición era que las dos Coronas nunca podían estar unidas en una misma persona, cuestión que era considerada fundamental por parte de la mayoría de la opinión pública portuguesa. Los portugueses  temían que una Corona común convertiría a Portugal en una simple provincia en la península Ibérica. Pero al final no cuajó la candidatura, aunque el acuerdo era bien visto por británicos y franceses.

El duque de Montpensier se postuló para ocupar el trono español. Era cuñado de la reina Isabel II, con la que siempre tuvo unas complejas relaciones, y pertenecía a la Casa de Orleáns. Pero Prim fue tajante porque no quería a ningún monarca vinculado a los Borbones. Recordemos su famoso “jamás, jamás, jamás”.
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Fracasadas las negociaciones portuguesas y descartado Montpensier se optó por la solución prusiana del príncipe Leopoldo de Hohenzollern. Pero Napoleón III fue tajante. No quería un monarca prusiano en Madrid. A propósito de este asunto Bismarck aprovechó la situación para maniobrar y manipular diplomáticamente al emperador francés para que estallase la guerra franco-prusiana, de tan graves consecuencias para Bonaparte.
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Todos estos fracasos llevaron al gobierno español a apostar por la solución italiana. Prim se implicó mucho en esta opción a partir del verano de 1870. El candidato era el príncipe Amadeo, hijo del primer rey de una Italia recién unificada. 


Las cancillerías europeas aceptaron de buen grado esta solución, excepción hecha de la Santa Sede, que no había reconocido a Italia como nuevo Estado y que, por lo tanto, estaba enfrentada a la Casa de Saboya.
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Prim consiguió una mayoría en las Cortes para su candidato: 191 diputados favorables de 311 que estaban presentes. Amadeo emprendió el viaje por mar, para llegar a Cartagena el 30 de diciembre. Pero el día 27 Prim, su principal valedor, había sufrido un gravísimo atentado al salir de las Cortes. Prim falleció el mismo día 30. Amadeo veló su cadáver, y fue proclamado rey el día 2 de enero de 1871.


http://www.andalan.es/?p=13929

Pacto de Ostende

Poco más de un mes después de los acontecimientos del cuartel de San Gil, se firma el Pacto de Ostende (16 agosto 1886) el objetivo er derrocar a la reina Isabel II. La causa fue el descontento hacia el régimen monárquico.

La asamblea estuvo bajo la presidencia de Prim y contaba con el acuerdo con Salustiano Olózaga. Tras la muerte de O’Donnell en 1867 le sustituyó el General Serrano. Posteriormente se unieron los republicanos, de Pi i Margall y Castelar. También se unieron muchos altos cargos militares.

En un principio el centro coordinador de las actividades revolucionarias estaría en Bruselas,pero lógicamente surgió otro foco de poder revolucionario, en este caso en París. El primero era el de Prim y el segundo el de Pi y Margall y Castelar.

El Pacto de Ostende (demócratas y progresistas), se robusteció con el Pacto de Bruselas, del 30 de junio del año 1867, cuando se unió a la conspiración la Unión Liberal de Serrano, O'Donnel acababa de fallecer y Narváez muere al año siguiente. Con esta adhesión, la Unión Liberal se pasaba al campo anti-isabelino y era ya la clave para la caída del trono de Isabel II.
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El acuerdo se basaba en los siguientes tres puntos:

1º Que el objeto de la revolución en España, es la caída de los Borbones.

2º Una vez destituida la Reina Isabel II, la validación del cambio de régimen sería mediante plebiscito, si las circunstancias no se oponían a ello, o por unas Cortes Constituyentes elegidas por el sufragio universal (masculino, claro)

También se afirmaba que seguiría siendo la monarquía el régimen político pero mediante una nueva la dinastía que debía reemplazara la borbónica actual. Hasta llegado ese momento, la libertad de imprentas y de reunión debería ser absoluta.

3º Se reconocía como jefe y director militar del movimiento al General Prim, que podría emplear en lo que juzgara conveniente a todos los integrantes del pacto.

Pronunciamientos y motines del XIX (IV). San Gil

La primavera comenzaba en Madrid no con el florecer de las hojas ni con el trino de los pájaros, sino con los disparos y gritos de horror de la Puerta del Sol en la noche de San Daniel. La primavera continuó luego con manifestaciones, enfrentamientos políticos, escándalos y un paisaje poco bucólico, y los días eran demasiado largos era muy difícil saber qué ocurriría al día siguiente. Fue aquí, donde hoy se encuentra la estatua de Miguel de Cervantes donde se celebró unas peculiares fiestas de San Juan, en la que, desde luego, no faltaron hogueras, ni fuegos. Y es que en este lugar, se encontraba el cuartel de San Gil, cuyo destino inicial, por orden de José Bonaparte, fue cuartel de la guardia de corps, aunque posteriormente se decidió su uso para las unidades de artillería.


General Prim, cuadro de Madrazo


Aquel cuartel fue elegido por los partidos progresista y demócrata, con el general Prim como cerebro de la insurrección dirigiendo las operaciones desde la fronteriza Hendaya, ya que en aquel momento se encontraba exiliado y esperaba el momento idóneo para volver a Madrid. Y se eligió aquel cuartel porque en el estaban destinados porque allí estaban destinados muchos suboficiales, sargentos que estaban muy descontentos porque las ordenanzas militares no les permitían ascender fácilmente. Además, estaba lo suficientemente cerca del Palacio Real, apenas a unos cientos de metros, y les sería fácil llegar hasta allí y secuestrar a la Reina. El día elegido para iniciar la insurrección era el 26 de junio, pero los rumores sobre la asonada militar que se estaba preparando obligó a los insurrectos a adelantar el levantamiento. Sería el 22 de junio.


Así, pues, tras el toque de diana de ese día 22, un grupo de sargentos irrumpió en las dependencias de los oficiales del cuartel y les obligó a entregar las armas. A los que intentaron resistirse, se les ejecutó, sin más. No era un buen comienzo, pero lo comenzado, comenzado está. Los suboficiales y la tropa salieron a la calle. Mil doscientos a los que se unieron otros dos mil paisanos. Para entonces, en la Puerta del Sol ya se conocía el golpe y las tropas gubernamentales se dispusieron a controlar la situación. Una parte de los amotinados subieron por la calle Leganitos hacia la Puerta del Sol mientras otros se dirigieron hacia el Palacio real. Al mediodía, se podía oír por todo Madrid el ruido de los disparos de unos y otros. La gente huía despavorida y quien podía salía de la ciudad huyendo hacia cualquier lugar, lo más lejano posible del centro de Madrid.


Fusilamiento de los sargentos de San Gil



Los amotinados comprendieron que ninguna guarnición más se sumaba a ellos y que la lucha era desigual, por lo que retrocedieron hacia el cuartel, donde se prepararon para resistir. El general Serrano, que mandaba las tropas del gobierno, llegó hasta allí y en tan solo unas horas destrozó el cuartel a cañonazos, reduciendo a los amotinados y deteniendo a los insurrectos. Los 66 sargentos arrestados fueron juzgados y tres días después treinta de ellos fueron fusilados en las tapias de la antigua plaza de toros de Madrid, junto a la Puerta de Alcalá. Mientras, doscientos muertos y cientos de heridos era el precio de un nuevo episodio que había regado de sangre y de horror las calles de Madrid.






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