domingo, 31 de marzo de 2019

Homenaje a las maestras de la República



Dato:  Las mujeres son alrededor del 5% de los fusilados tras consejos de guerra, según Encarnación Barranquero. 
“En los consejos de guerra, además de por su papel político o militar, se las castiga por cuestiones morales como vivir amancebadas”

lunes, 25 de marzo de 2019

Memoria


Esta semana comenzamos el tema de la Guerra civil, en las clases trataremos el tema de la memoria con el documental "El paseo de los canadienses" y la semana que viene estaremos atentos al documental "El silencio de los otros"
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Para que luego no te cuenten milongas, dentro y fuera 



domingo, 24 de marzo de 2019

¿Justificamos los golpes de Estado en función de los litros de sangre?


Comentabamos en clase finalizando el tema de la II república si todos los golpes de Estado son justificados, si nuestra visión cambiaría en función de si son cruentos o no, que diferencias puede haber -si las hay- con una revolución....etc.

La conclusión a la que llegó todo el alumnado en clase es que el 18 de Julio de 1936 fue un golpe de Estado contra una democracia. A partir de ahí, matizaciones, comparativas...y las razones para ello que a continuación comentamos en esta entrada.

El golpe de Estado fue un alzamiento militar, ciertamente, pero también apoyado por sectores civiles dentro del catolicismo y partidos monárquicos como el de Calvo Sotelo. Tampoco fue solo una cuestión propia y única de aquí, semanas antes la Italia de Mussolini ya había gestionado con monárquicos y algún gran empresario (Juan March) la compra de material bélico, esos contratos ya se conocen y tienen intermediarios como los fascistas Saínz Rodríguez, Antonio Goicoechea y el propio Calvo Sotelo.

Que el asesinato de este último (otra de las justificaciones) como la clave del inicio del golpe ya no está tan claro y si más que era Julio el mes donde se ponían en marcha esos jugosos contratos de aviones, bombas, ametralladoras, gasolina...etc es otro de los argumentos desmontados; las palabras de algunos generales como Mola meses antes del golpe de Estado no hacían nada más que poner sobre aviso las palabras a favor de un Estado Fascista -guiño a Mussolini- de Sotelo en el Parlamento dos semanas antes del 18J . "Decía además esto Mola en Abril para corroborar que  estaba planeándose antes del asesinato del dirigente monárquico: "la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado".
"Esto no anda. Nadie empuja" decía en junio.

El tema de defensa del catolicismo ante el malvado y rojo Frente Popular es otra falacia puesto que el golpe no se diseño con esta premisa, en todo caso ideológicamente se incorporo unos meses comenzada la guerra para servir de respaldo a los golpistas (más allá del apoyo desde el principio de parte de la Iglesia).

Querer evitar una revolución bolchevique a la que iba encaminado el Frente Popular es otro timo más de SU historia puesto que en todo caso el gobierno de Casares Quiroga intentó recuperar algunas de las reformas del bienio 31-33 que habían conseguido parar en el 33-36. Es decir, que no había ningún interés en que los de siempre perdieran parte de su poder y eso había que cortarlo de raíz como siempre se había hecho (siglo XIX, Primo de Rivera, Sanjurjo)

Ni la URSS ni el Komitern iban a hacer mucho en España cuando desde la Revolución rusa no habían conseguido influir de manera clara en ningún lugar de Europa y en todo caso si hubo triunfos de golpes de Estado y alteraciones en los estados europeos fue por parte de la derecha para acabar no precisamente con el comunismo sino más bien con las democracias liberales burguesas.

Otro argumento, el clima de violencia en España en la primavera del 36 era en primer lugar por parte del propio gobierno republicano por la represión campesina, obrera o sindical y de los pistoleros de la extrema derecha como Falange... de revolución, poco.

Por lo tanto, con estas pequeñas pinceladas sacadas de historiadores como Ángel Viñas, Aróstegui o González Calleja - poco 'bolcheviques' por cierto- no hace falta que profundice mucho más en cada uno de los argumentos que antaño las ratas nostálgicas franquistas daban y siguen dando.

Para mayor profundidad: "Mitos del 18 de Julio"

lunes, 18 de marzo de 2019

Las primeras parlamentarias


En 2019 en el congreso, el 40% de sus señorías eran mujeres. Para llegar a esto nos hemos tenido que comer muchas décadas de dictadura y unos cuantos años de sus retales.

La segunda república trajo las primeras diputadas, eso sí, antes y después de ellas, con Primo de Rivera y con Franco, en esas especies de "Parlamentos" que ambos generales SE montaron, esto es, la Asamblea Nacional Consultiva en 1927 y la Cortes Franquistas en los años '60, aparecen mujeres, pero no seamos lerdos, sin una constitución democrática eso no eran más que 'el club' de amigos del dictador de turno (la mayoría de las primeras asambleístas se hicieron con su acta de diputadas -entre otras cosas- por ser esposas de la nobleza.). No perdamos el tiempo, hablemos de las diputadas del 31 al 36, las reales, las elegidas tras unas elecciones.

Durante la República, 9 mujeres lograron un asiento en el Congreso de los Diputados. En la primera legislatura de 1931 lo hicieron Victoria Kent, Clara Campoamor y Margarita Nelken. Estas son, pues, las tres primeras diputadas democráticamente electas de la historia de nuestro país

Kent y Campoamor consiguieron su escaño por la circunscripción de Madrid, estas protagonizaron en 1931 un intenso debate en el Congreso sobre la necesidad de ampliar el sufragio femenino. Campoamor se erigió como una de sus más fervientes defensoras, al entender que la igualdad natural entre el hombre y la mujer debía también trasladarse en campo de los derechos políticos. En cambio, Victoria Kent argumentaba que por el bien de la República debía posponerse el sufragio femenino hasta que las mujeres estuvieran más preparadas y libres de la influencia del clérigo y los maridos. Margarita Nelken, a pesar de su militancia feminista, también se opuso a la ampliación del sufragio con argumentos similares.
Imagen relacionadaResultado de imagen de CAMPOAMOR Y RODRIGUEZ, CLARA KENT SIANO, VICTORIA NELKEN MANSBERGER DE PAUL, MARGARITA LEJARRAGA Y GARCIA, MARIA GARCIA BLANCO MANZANO, VENERANDA BOHIGAS GAVILANES, FRANCISCA TORRE GUTIERREZ, MATILDE DE LA IBARRURI GOMEZ, DOLORES ALVAREZ RESANO, JULIA
Victoria Kent                                            Clara Campoamor

El partido de Campoamor votó mayoritariamente en contra y ella se soltó la disciplina de voto. El día que se aprobó el voto femenino, dos de las tres mujeres parlamentarias votaron en contra, es más, ni Kent ni Campoamor cuando la mujer votó en 1933 consiguieron escaño. Solo Nelken repitió como diputada.

A Nelken se sumaron otras cuatro nuevas diputadas en 1933: tres del PSOE, Veneranda García Blanco, María Lejarraga y Matilde de la Torre, y una de la CEDA, Francisca Bohigas, la primera parlamentaria de derechas en conseguir un escaño en las Cortes vía elecciones.

En el 36 serán parlamentaria la comunista Dolores Ibárruri –la Pasionaria–, quien volvería a ser diputada en las primeras elecciones democráticas tras la dictadura de Franco; y la socialista Julia Álvarez Resano

  • CAMPOAMOR Y RODRIGUEZ, CLARA
  • KENT SIANO, VICTORIA
  • NELKEN MANSBERGER DE PAUL, MARGARITA
  • LEJARRAGA Y GARCIA, MARIA
  • GARCIA BLANCO MANZANO, VENERANDA
  • BOHIGAS GAVILANES, FRANCISCA
  • TORRE GUTIERREZ, MATILDE DE LA
  • IBARRURI GOMEZ, DOLORES
  • ALVAREZ RESANO, JULIA


jueves, 14 de marzo de 2019

Modas que vienen y van


Hoy nos salta constantemente a nuestros oídos y ojos conceptos como el de 'Reconquista' y héroes de hace 1000 años o más. Esto no es nuevo, nos lo llevan contando tiempo, pero ahora, los símbolos y el trazo grueso sin matices que aclarar son la moda de ciertos políticos, periodistas y -digámoslo también-...docentes 'vende motos' .

Hoy os dejo un extracto de un artículo sobre Al-Andalus que nos llevará a aclarar algunas cosas


En las primeras líneas de La cárcel del feminismo, la autora musulmana sirio-granadina Sirin Adlbi Sibai explica que se animó a escribir el libro porque un profesor le preguntó para qué iba a escribir una musulmana con hiyab una tesis doctoral. Una conducta cargada de islamofobia de género que, aunque no sea visible a priori, mantiene un trasfondo fuertemente enraizado en los relatos construidos históricamente del otro en los que el islam es el enemigo.

En el caso de España, la otredad respecto del islam se ha construido en torno al imaginario de Al Ándalus, un período de alrededor de 800 años de Historia de la península ibérica encasillado desde el nacionalcatolicismo franquista como un paréntesis en la Historia de España. Pero datar el nacimiento de España es difícil; existe un amplio debate en el que las horquillas manejadas oscilan desde los siglos XV y XVI hasta el XIX. Solo podemos asegurar que lo que hoy constituye España hunde sus raíces tanto en la Hispania romana como en la Historia de los visigodos, celtas e íberos, mientras que respecto del periodo andalusí existe un fuerte rechazo en tanto se excluye como un pasado legítimo e influyente en la construcción de España y Portugal.

Esta visión distorsionada de la Historia andalusí trasciende las fronteras peninsulares. La creciente islamofobia en todo Occidente abraza las teorías del “choque de civilizaciones”, desde las que se ve en el islam un enemigo amenazante y en las que la caída de Al Ándalus —haciendo referencia a las cruzadas— constituye una victoria de la civilización occidental contra la barbarie islámica. A su vez, en esta polarización entre buenos y malos, “nosotros” y “ellos”, se ven favorecidos los grupos salafistas yihadistas, que ven potenciadas las narrativas que instrumentalizan como método de captación.


En la Edad Media, el continente europeo se encontraba en un período relatado hoy como una etapa de dilatada oscuridad y letargo cultural, una Europa decadente que añoraba los tiempos en los que el Viejo Continente brillaba con las civilizaciones de Roma y Grecia y que no vería su vuelta a la vanguardia cultural hasta que en los siglos XV y XVI surgiera, desde Italia hacia el conjunto de Europa, el Renacimiento de la cultura grecolatina. El relato occidental, etnocéntrico, de siglos de oscuridad cultural en el Medievo obvia la existencia de la civilización islámica, que desde ambas orillas del Mediterráneo escribe la Historia del esplendor medieval en árabe. Desde un Al Ándalus arabizado e islamizado se camina hacia el Renacimiento antes del propio Renacimiento.

Mientras la Europa cristiana se mantenía en su letargo cultural, la civilización-cultura islámica se situó a la vanguardia comercial, cultural y científica, un esplendor que se aprecia en el califato abasí (750-1258), bajo cuyo amparo se desarrolla —y se convierte en oficial durante muchos siglos— la escuela islámica Mu’tazila, cuya dedicación se orientó a la traducción e interpretación de obras filosóficas griegas y a la difusión de una teología islámica racionalista. A esta corriente teológica pertenecen algunos filósofos, como el centroasiático Al Farabi o el conocido médico persa Avicena, respectivamente llamados el “maestro segundo” y “maestro tercero” —el primero sería el filósofo griego Aristóteles—. Al Farabi es considerado el mayor traductor y difusor en árabe del maestro griego. Avicena, además de su trabajo sobre Aristóteles y el neoplatonismo, escribió el importante tratado El canon de la medicina, que sería estudiado en las facultades de Medicina europeas hasta entrado el siglo XIX.

Al Ándalus, como parte de la civilización y cultura islámica, recibe el influjo cultural e intelectual desde Oriente Próximo y África del Norte. Se desarrollaron disciplinas como la agricultura, las matemáticas, la poesía o la medicina. Mediante la obra del filósofo musulmán cordobés Averroes —quien fue, junto con el médico judío Maimónides, el más influyente filósofo andalusí—, se transmite el pensamiento aristotélico al resto de Europa continental.

A pesar de que la construcción de los Estados nación de hoy está íntimamente ligada al desarrollo integral de su Historia, existe una difundida visión que niega el legado andalusí como parte de esta construcción. Desde el nacionalcatolicismo, Al Ándalus se concibe como una discontinuidad invasiva y extranjerizante en la Historia de España. 

La idea de España está así única e indisociablemente ligada al desarrollo del catolicismo, que a su vez hunde sus raíces en un glorificado Imperio romano. En 2008 el polémico cardenal y arzobispo español Antonio Cañizares decía que “España” luchó durante ocho siglos contra el islam para afianzar la fe católica y que por tanto el cristianismo constituye el alma de la nación, excluyendo con ello todo lo árabe e islámico —y, por ende, lo andalusí— de esa “España”.


El cardenal Cañizares estaba apelando al concepto de “Reconquista”, un término inventado y popularizado por historiadores y arabistas de tendencia nacionalista durante los siglos XIX y XX, puesto que nunca antes se refirió nadie al proceso de conquista cristiana de la península ibérica con ese nombre. La excluyente acuñación de esta épica está íntimamente ligada a la construcción contemporánea de la identidad nacional española. La intención es asociar la Historia imperial de Hispania y las etapas visigodas con la España actual, a pesar de que nunca hubo continuidad territorial ni institucional entre aquellas y la España contemporánea.

Toda mitología requiere, además, de personajes y batallas encumbrados como hitos y referentes histórico-culturales. En la denominada Reconquista, resalta por encima de todo un nombre: el Cid Campeador, un noble burgalés que constituye el paradigma de heroísmo y estrategia militar cristiana en la “guerra contra los moros”. Sin embargo, el Cid fue un mercenario que pasó tanto o más tiempo en las tierras musulmanas de Al Ándalus como en los reinos cristianos.

Autoras como la historiadora María Elvira Roca Barea y su libro Imperiofobia y la leyenda negra se han convertido en voces destacadas en el acelerado rearme intelectual del nacionalcatolicismo y consideran que el nacionalismo español no existe ni existió basándose en que los nacionalismos son excluyentes y España nunca lo fue. Pero el nacionalismo español existe y es igual de excluyente e identitario como pueden serlo los demás. 

Los lemas principales de determinado partido en las elecciones andaluzas de diciembre de 2018 hacían referencias continuas a esta épica asegurando que “la Reconquista comenzará en tierras andaluzas”, aquellas desde las que se expulsó al invasor musulmán en las Navas de Tolosa y que consiguió en Granada la rendición de Boabdil —último rey andalusí— en 1492.

Nota: Durante este 2019, este mensaje con fotos y vídeos ya forma parte del carro de más de un partido para robarse el voto del verdadero español


¿Por qué en los casos del Imperio romano, las civilizaciones íbera y celta o los reinos visigodos resulta incuestionable la continuidad histórica hacia la España moderna mientras se niega la legitimidad de Al Ándalus a formar parte de esa misma continuidad? 

La exclusión de los ocho largos siglos de cultura andalusí como parte de la memoria de España y Europa no responde a una lectura inocente de la Historia, sino que se enmarca en una contraposición interesada entre un “ellos” —el islam— y un “nosotros” —Occidente— que trasciende lo meramente hispánico.

La idea de Al Ándalus como un paréntesis en la Historia de España, el concepto de “Reconquista” y la consecuente expulsión de los musulmanes por parte de los cristianos mediante una cruzada liderada por los Reyes Católicos son elementos de la tradición nacionalcatólica revitalizados en la narrativa islamófoba del “choque de civilizaciones”, concepto popularizado en 1993 por el politólogo Samuel Huntington, quien consideraba que los conflictos internacionales tras el fin de la Guerra Fría estarían marcados por unas diferencias culturales insalvables entre civilizaciones —de las cuales Occidente es una y el islam, otra—.


Hasta la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética entre 1989 y 1991, la amenaza para la civilización era de color rojo —el comunismo—. Tras el fin de la Guerra Fría era preciso proveer al imaginario occidental con un nuevo enemigo exterior que reafirmase su cohesión e identidad y la amenaza se tornó de color verde: el islam recogió el testigo como antítesis de la civilización. Mientras Occidente se erige como centinela de las libertades, la democracia y los derechos humanos, el islam —como antes el comunismo— es sinónimo de barbarie y autoritarismo.

La última gran derrota del mayor enemigo rojo, la Unión Soviética, fue la guerra de Afganistán en los años 80. El apoyo financiero y militar de EE. UU. a los grupos muyahidines —enemigos de la URSS y germen del futuro movimiento talibán— constituyó un preludio involuntario, pero paradójico, de este cambio cromático. Y, aunque EE. UU. no fundó Al Qaeda, como en ocasiones se afirma, su auxilio a los islamistas afganos sí alimentó el posterior nacimiento de esta organización terrorista, considerada enemiga principal de Occidente tras los atentados del 11S.


La Historia no es más que un relato sobre el pasado construido interesadamente, una elaboración narrativa que da sentido y continuidad a identidades contemporáneas. Es difícil construir la Historia bajo el amparo de la objetividad; sin embargo, construir un relato de nuestro pasado no es una cuestión baladí: de ello depende que las identidades actuales sean excluyentes y polarizantes o, por el contrario, estén fundamentadas en la tolerancia y el respeto que supone un pasado y presente en común.

viernes, 8 de marzo de 2019

#Huelga8M

Este profe y esta asignatura defiende y lucha por la Igualdad, ¡Feliz día de la mujer trabajadora! ¡Viva el movimiento feminista! #Huelga8M #NiUnPasoAtrás


Marina Ginestà,  17 años, mirando desafiante desde la azotea del Hotel Colón Barcelona en 1936.