domingo, 20 de enero de 2019

Duelo que costó una vida y un trono


El duelo más famoso del siglo XIX costó una vida a un noble y el trono a otro. 

Lo sostuvieron don Antonio, Duque de Montpensier y el infante don Enrique, hermano de Francisco de Asís, rey consorte por su matrimonio con Isabel II.



En un momento dado (febrero de 1870), mientras el Gobierno y las Cortes barajaban el candidato a ocupar el Trono de España,  Montpensier  que habitualmente residía en Sevilla, con su familia, se dejó ver en Madrid  en paseos, teatros y conciertos, a la vez que seguía con sus contactos políticos. Un día, sin embargo, hojeando el periódico “La Época se quedó de piedra al leer un manifiesto dirigido a sus partidarios suscrito por el infante don Enrique, duque de Sevilla, y en el que se lanzaban graves injurias contra el pretendiente.
El susodicho manifiesto “A los montpensieristas” es largo para reproducirlo entero pero baste decir que ya en su primer párrafo el infante se declara “el más decidido enemigo político del duque francés”, cuya persona le inspira  “hondo desprecio” por su “truhanería política”. Seguían las descalificaciones y remataba la faena llamando al duque  “hinchado pastelero francés”.

Digamos de paso que el infante don Enrique venia distinguiéndose desde antes de la Revolución  por sus ideas liberales  de las que hacia continuo alarde. Algunos historiadores han creído que este manifiesto  injurioso contra la persona del duque, le había sido sugerido por su cuñada política, la reina Isabel II, que no podía ver a Montpensier ni en efigie, conocedora de que el duque había financiado a los revolucionarios con tres millones de reales, pero lo más seguro es que el citado manifiesto fuera de inspiración republicana, partido con el que el desgraciado infante mantenía contactos.

Lo cierto es que Montpensier montó en cólera y furioso mandó al infante una carta en la que decía lo siguiente: “Muy Sr. Mio. Adjunto es un papel en el cual aparece su nombre. Espero que se sirva V. decirme si lo ha escrito y si está dispuesto a responder de él”, a lo que el destinatario respondió con otra misiva de este tenor: “Muy Sr. Mío: El papel que me ha remitido y le devuelvo adjunto, está escrito por mí y por consiguiente respondo de él


Acto seguido, Montpensier designó como testigos del duelo a los generales Fernández de Córdoba y Alaminos y como padrino al coronel Solís. El infante tardó algo más en nombrar a los suyos pues, al parecer deseaba que uno de sus padrinos fuera el general Baldomero Espartero, quien por razones de salud, no quiso o no pudo aceptar. Finalmente designó para que le apadrinaran al insigne cirujano don Federico Rubio y Galí y a Emigdio Santamaría, ambos diputados republicanos.
Reunidos en casa del general Córdoba los padrinos de ambas partes, los que lo eran del duque cometieron el grave error de proponer unas condiciones extremadamente duras para el duelo, por las armas y a una distancia de diez metros, quizás con la idea de que este no llegara a realizarse. Informado el duque, aceptó, sin embargo las condiciones y como era el ofendido y tenía el derecho a elegir arma, escogió la pistola.

El duelo quedó fijado para el sábado 12 de marzo, a las diez de la mañana, en la dehesa de la Escuela de Tiro de los Carabancheles. Ventas de Alcorcón. Ana de Sagrera escribe que “Montpensier pasó la víspera arreglando papeles y cuestiones de intereses, revisó su testamento y añadió un codicilo. Cuentan que, incluso aconsejado por la Infanta, fue a confesarse, pero el confesor le dijo que no le podía dar la absolución, a menos que prometiese apuntar al aire. Después de una noche de insomnio, tomo por la mañana un baño y un desayuno frugal”. Otras fuentes dicen, por el contrario, que el Duque pasó los dos días anteriores al duelo ejercitando la puntería.  De lo que hizo el infante don Enrique durante las vísperas del duelo no tenemos noticias ciertas.

Llegados al campo del honor los  contendientes “vestidos de levita”, con su comitiva de padrinos y testigos; dialogaron estos brevemente intentando una reconciliación que no fue posible. Se dejó a la suerte que fuera esta quien señalase  las armas, los puestos y quien sería el primero en apuntar Todo ello fue favorable a don Enrique. Seguidamente  se repartieron las armas  y sonaron las tres palmadas de uno de los padrinos que equivalían a las voces de ritual de  “preparados”, “apunten” y “fuego”.  
El Infante disparó primero, sin hacer blanco. Disparó luego el Duque con idéntico resultado (doña Ana de Sagrera escribe que este “disparó al aire”). Los padrinos volvieron a cargar las armas y por acuerdo unánime decidieron no avanzar un metro como se había convenido.


El segundo disparo del Infante tampoco produjo herida. En su turno de disparo, la bala de Montpensier dio en la llave dela pistola del infante, partiéndose en pedazos ninguno de los cuales le alcanzó.
Como no había sangre continuó el combate. Disparó don Enrique, sin lograr herir a su oponente; entonces disparó el duque y la bala “penetro por el ojo y el lado derecho de la cabeza de su adversario” que cayó desplomado, herido mortalmente. Los facultativos que eran los doctores Luis Leiva y José solo pudieron certificar su fallecimiento.

Así acabó este duelo infortunado que causó en toda España una inmensa conmoción. El duque, que según Ana de Sagrera tuvo que guardar cama durante dos días a causa de la sobreexcitación, tuvo que comparecer ante un Consejo de Guerra que solo le condenó a un mes de destierro e indemnización de treinta mil pesetas a la familia de don Enrique considerando su muerte accidental. Lo que me resulta menos creíble, aunque así lo asegura doña Ana, es que Montpensier quiso  prohijar a los huérfanos  de don Enrique, pero estos, lógicamente, rechazaron toda protección del matador de su padre.
Perdió el duque, a causa de este duelo, todas sus posibilidades de haber sido elegido rey de España como  Antonio I. La opinión pública se puso en su contra y la mayoría de los políticos que le apoyaban le abandonaron. En la sesión extraordinaria de las Cortes de 16 de noviembre de 1870, en la que resultó elegido Amadeo de Aosta como rey de España, el duque de Montpensier solo obtuvo 27 votos


No hay comentarios:

Publicar un comentario